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Pamplona: mucho más que toros y encierros
No lo vamos a negar: si algo tiene la capital navarra que la hace conocida en todo el mundo, son sus fiestas de San Fermín. Vale, lo aceptamos. Pero ¿qué tal si te decimos que, más allá del famoso Chupinazo y de los encierros, Pamplona guarda un sinfín más de atractivos?
Porque la capital del Reyno atesora siglos de historia reflejados en su vetusta muralla, esa que abraza el casco antiguo de la ciudad a lo largo de nada menos que 5 kilómetros: esta joya del Renacimiento está considerada Monumento Nacional.
También podrían contarte muchas cosas las paredes de la Catedral de Santa María, con su elegante exterior neoclásico y su interior gótico, o sus ambientadas calles comerciales. Incluso sus parques, como el de la Ciudadela o los Jardines de la Taconera: sí, también es verde Pamplona, ¿o qué te creías?
Llegó la hora de hablar de lo importante: visitar Pamplona y descubrir todo acerca de su acontecimiento más internacional, debería ser obligado. Mucho más, claro, si lo haces durante la semana de julio en la que la capital navarra se transforma en una fiesta.
Descubre el lado más disfrutón de la ciudad alojándote en nuestro hotel en Pamplona centro
Y para disfrutar de todo ello, nada como alojarte en nuestro hotel de Pamplona capital. Resulta que nos encontramos en plena Plaza del Castillo, el epicentro de la ciudad, precisamente el lugar donde se halla el Ayuntamiento, famoso porque desde su balcón se realiza el lanzamiento del famosísimo chupinazo que da comienzo a la fiesta.
Un recorrido por el casco viejo te llevará a conocer lugares clave como la calle Estafeta, donde los ánimos más se caldean durante los encierros, o la curva de Mercaderes, la más controvertida de la ruta.
También está la imagen de San Fermín, que reposa en una hornacina en la Cuesta de Santo Domingo: es aquí donde los pamplonicas cantan todos a una aquello de “A San Fermín pedimos…”.
Podrás, ya que estás, ir a echar un ojo a la capilla dedicada al santo, tomarte una foto frente al Monumento al Encierro o hacer una ruta guiada por su plaza de toros. Acabarás siendo un auténtico experto en la festividad.
No se te ocurra olvidarte de dejar tiempo para pasear por las galerías de arte escondidas en las callejuelas del casco viejo. También te encontrarás con algún que otro negocio de artesanía y diseño. Haznos caso: aminora el paso y para en ellos, nunca sabes qué tesoros podrás encontrar.
Recréate en el Museo de Navarra y en las iglesias góticas de Pamplona, como la de San Nicolás o San Saturnino. Contempla el Palacio Real y su moderna remodelación gracias al talento de Rafael Moneo. Recuerda que Pamplona es también parte del Camino de Santiago: en su centro de interpretación podrás indagar sobre todo lo relativo a la historia jacobea y a los peregrinos.
Y come: no dejes de comer. Porque ahí está gran parte de la esencia pamplonica. Así que haz como los locales de pro, que son mucho de salir en cuadrilla a disfrutar de la vida y a pegarse algún que otro festín: probar sus pinchos, tentación de todo el que pisa sus bares, es sagrado.
Apuesta por las estrellas Michelin y por el bar de la esquina, prueba sus famosos garroticos y saluda a Hemingway en el mítico Café Iruña. ¡Ah! Y ve al Mercado de Santo Domingo, el más antiguo de Pamplona, donde podrás comprar algunos botecillos de espárragos o unos pimientos del piquillo para llevarte a casa. Así seguirás sintiendo Pamplona muy cerca.
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